QUIEN PUEDE INICIARSE EN LA KABBALAH?


Cada persona, independientemente de su género, raza, religión o nacionalidad puede estudiar la sabiduría de la Cabalá. Por esta razón, los cabalistas siempre han tratado de difundir esta sabiduría tanto en Israel como en el mundo entero, para que esta opción sea del conocimiento de todos. Esto es particularmente válido para todos aquellos cuyas almas están ya listas para el estudio de la sabiduría de la Cabalá. Por medio del estudio pueden corregirse y alcanzar el propósito de la Creación. Quienes aún no sienten la necesidad de estudiar Cabalá es importante que conozcan el sistema por si más adelante desean hacerlo. Eso les permite acelerar su progreso hacia la fase de corrección.
Si leemos El Estudio de la Diez Sefirot (Talmud Eser Sefirot), una de las obras fundamentales de la Cabalá, escrita por Baal HaSulam en el siglo pasado, nos daremos cuenta que desde la primera página, Rabí Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) explica que cada individuo puede y debe estudiar Cabalá. Es absolutamente imperativo para todos aquellos que tienen una sola pregunta punzante en sus corazones: “¿Cuál es el significado de mi vida?”

Aunque la sabiduría de la Cabalá es una ciencia amplia y compleja, Rabí Ashlag nos introduce a su obra con una sencilla pregunta muy humana, que todos nosotros reconocemos. Quienes se sientan desilusionados con otras respuestas, encontrarán la respuesta que buscan en la sabiduría de la Cabalá y sólo allí. ¡No hay otra manera! El individuo que no se pregunte, “¿Cuál es el significado de mi vida?” no sacará provecho de la sabiduría de la Cabalá.

Prohibiciones Anteriores
En el pasado, los hombres menores de cuarenta años que no estuvieran casados, y las mujeres, tenían prohibido estudiar Cabalá. Fue Rabí Isaac Luria, el ARÍ quien determinó que a partir de su generación en adelante, se permitiría el acceso de la Cabalá a todos los hombres, mujeres y niños, siempre y cuando se sintieran llenos del deseo de alcanzar la espiritualidad, demostrando así la madurez de sus almas.

Nuestro deseo y pasión por la espiritualidad y nuestra búsqueda por descubrir el significado de la vida es lo único que prueba que estamos listos para estudiar la sabiduría de la Cabalá. Es más, Rav Kuk contestó a la pregunta, “¿Quién puede estudiar Cabalá?” con estas sencillas palabras: “Quien lo desee”.

Conocimientos Previos
No hay necesidad de tener conocimientos previos para estudiar Cabalá. Es una ciencia que se ocupa del contacto personal con el Creador. Si uno siente la necesidad de estudiar el Mundo Superior, los conocimientos adquiridos en este mundo no serán de gran ayuda. Los estudiantes desean comprender las leyes del Mundo Superior, no las leyes de este mundo. Por consiguiente, a estas personas no se les deben imponer condiciones previas o cierta preparación antes de iniciar sus estudios.

El único requisito es leer los libros correctos y tener el deseo genuino de espiritualidad. Es decir, se llega a la Luz únicamente por la necesidad de corregir el deseo. La mente humana actúa como un auxiliar para cumplir con nuestros deseos egoístas. Si intentamos entender la Torá sólo por medio del intelecto, percibiremos la ciencia que contiene, pero no su Luz.

Por lo tanto, a las personas que aprenden únicamente las leyes prácticas de la Torá y las realizan mecánicamente, sin corregir sus corazones, se les llama Gentiles. Poseen el conocimiento, pero no la Luz. La Torá es la luz del Creador que penetra en nuestras vasijas corregidas, mientras que el conocimiento es la destreza sobre lo que está escrito, dónde y como. El hombre puede ser experto en la Torá, saber de memoria el Talmud, sin haber logrado llegar a la espiritualidad verdaderamente.

Este fenómeno existe en el estudio de la Cabalá también: un individuo puede conocer todos los textos de la Cabalá y dominarlos como un profesor universitario, pero esto no quiere decir que sus deseos estén corregidos o que haya reemplazado su egoísmo con el altruismo.

Ese es el propósito de nuestra Creación y el propósito de la entrega de la Torá. Si aprendemos y ponemos en práctica lo que examinamos al ir estudiando, corregimos nuestra naturaleza. Sólo entonces se puede considerar que estamos estudiando la Torá. Pero si aprendemos sólo para adquirir conocimientos, eso es todo lo que estaremos logrando.

Por lo tanto, un maestro verdadero no exige habilidad de parte de sus estudiantes. Por el contrario, desea ver sus dudas, sus debilidades, la sensación de falta de comprensión y su dependencia en el Creador. Estas son las señales de que se ha iniciado el proceso de equivalencia con la Fuerza Superior.

Si los principiantes se enorgullecen de su conocimiento y demuestran seguridad y auto-estima es porque cuanto más se aprende más se desarrolla la pericia, como en cualquier otra enseñanza. Sin embargo, en la sabiduría de la Cabalá, a diferencia de otros estudios, y en contra del sentido común, no debe incrementar el conocimiento, sino la sensación de que no se sabe nada.

Durante el estudio
Baal HaSulam, Introducción al Estudio de las Diez Sefirot, artículo #155:

"Por lo tanto, debemos preguntar, ¿por qué entonces, los cabalistas apremian a cada persona a profundizar en la sabiduría de la Cabalá? En verdad tenemos una cuestión de peso, digna de ser divulgada, que hay un magnífico y valioso remedio para todos aquellos que profundicen en la sabiduría de la Cabalá. Aunque no entiendan lo que están aprendiendo, a través del anhelo y del gran deseo de comprender lo que están aprendiendo, van a despertar en sí las Luces que rodean sus almas.

Significa que a cada hombre de Israel se le garantiza el alcance máximo de todos estos maravillosos alcances que Dios determinó conceder a cada criatura en el Pensamiento de la Creación. Pero, quien no lo haya logrado en esta vida, lo logrará en la siguiente y así sucesivamente, hasta que haya completado lo que preliminarmente El pensó.

Y mientras el hombre no haya alcanzado la perfección, éstas Luces que están destinadas a llegar a él, se consideran Luces Circundantes. Esto significa que están listas para él, aguardando que alcance las vasijas de recepción. Entonces éstas Luces se revestirán dentro de las vasijas preparadas.

Por lo tanto, aún cuando las vasijas estén ausentes, al profundizar en esta sabiduría, mencionando los nombres de las Luces y las vasijas relacionadas con nuestras almas, inmediatamente somos iluminados hasta cierto grado.

Sin embargo, ellas nos iluminan sin revestirse en la interioridad de nuestras almas, puesto que no tenemos las vasijas que se necesitan para recibirlas. En realidad, la iluminación que recibimos una y otra vez al estudiar, nos atrae la gracia desde Arriba, impartiéndonos la recompensa de la santidad y la pureza, haciéndonos avanzar enormemente hacia nuestra perfección"

Un Guía Espiritual
Es difícil distinguir a un maestro espiritual genuino de uno que tan sólo aparenta serlo. En esta época, todos desean diversión ordinaria y sencilla, respuestas fáciles y soluciones rápidas. Las personas pueden dejarse engañar por un orador elocuente y pasar por alto los atributos de un guía espiritual que, por naturaleza, no son teatrales.

Si ese es el caso, ¿cómo podemos identificar a un maestro espiritual auténtico en esta generación? Un guía espiritual puede que sea competente en muchos campos, la ciencia, las leyes religiosas, las costumbres, la educación, etc. Sin embargo, no es suficiente conocer lo que está escrito en los libros de Cabalá para llegar a ser un guía espiritual. En ese caso, esa persona pueda que comprenda únicamente la sabiduría, pero no su interioridad, su Luz. Sobre esto nuestros sabios nos advierten, “Sabiduría en los Gentiles, créanlo, Torá (Luz) en los Gentiles, no lo crean”.

La palabra “gentil” no se refiere a un no judío, sino a un egoísta que todavía tiene que corregirse. Una persona así puede desplegar conocimientos impresionantes de Cabalá y vanagloriarse frente a sus estudiantes, exhibiendo su conocimiento con citas exactas de los textos, etc.
Esta manifestación de conocimientos puede al principio llevar a los principiantes a considerar a su maestro como una persona espiritual. La razón es que los estudiantes que empiezan no pueden saber lo que es la espiritualidad, y en ese caso, no tienen manera de examinar la ausencia o presencia de ésta en una persona. El principiante atraviesa por cambios tan fundamentales al inicio del viaje que si le es difícil comprender lo que ocurre en su interior, mucho más complicado le es evaluar a otra persona correctamente.

Un estudiante cuando empieza es iletrado aún en lo referente a la Torá escrita y, por lo tanto, puede considerar a cualquier persona como un gran maestro. Sin embargo, existen diferencias fundamentales entre un cabalista y una persona diestra en la Torá: en la Cabalá, el maestro es algo más que un rabí, es un guía espiritual. El significado de la palabra hebrea rabí es, “Grande”. El maestro y el estudiante experimentan el camino espiritual simultáneamente.

La meta del maestro no es que los estudiantes le teman y lo respeten; por el contrario, desea que estudien de tal forma que desarrollen temor, respeto y amor por el Creador; quiere colocarlos cara a cara con Su poder. Desea enseñarles cómo dirigirse directamente al Creador. Aquellos que transitan por el desarrollo espiritual experimentarán en algún momento la sensación de bajeza, debilidad, egoísmo y la vileza de sus propios deseos.

Una vez que experimentamos estos sentimientos, no podemos estar orgullosos de nosotros mismos, puesto que comenzamos a ver que todo viene del Creador. Esta es la razón por la cual un maestro de Cabalá es una persona modesta que vive su vida diaria como todos nosotros: no es un sabio que está desconectado del mundo.

Por eso ni el maestro cabalista ni sus estudiantes son arrogantes. No fuerzan sus ideas a los demás, ni los sermonean. El propósito del rabí es hacer que el estudiante se enfoque en el Creador en cualquier situación, no hacia él. En todos los demás métodos, aún cuando pretendan ser cabalistas, los estudiantes empiezan a sentir reverencia hacia el maestro, no hacia el Creador.

La sabiduría de la Cabalá es la ciencia más práctica de todas. Todo está sujeto a experimentación por parte del estudiante. Por eso un guía espiritual cabalista es una especie de entrenador que trabaja al lado de su estudiante. Aún cuando el estudiante no lo perciba, el rabí siempre lo ayuda y lo dirige.

Un Discípulo Sabio
Un discípulo sabio es una persona que desea aprender del Creador Mismo. Pero, ¿qué podemos aprender del Creador? La única propiedad del Creador es Su Deseo de deleitar a Sus criaturas. En la medida que deseemos adquirir esta propiedad precisa, es decir, deleitar al Creador, uno se hace merecedor del título de “discípulo sabio”, lo cual significa, el discípulo del Sabio (de El Creador).

Todo aquel que asiste a las lecciones, gradualmente siente que no entiende nada. Eso es ya el discernimiento de la verdad fundamental. El Creador le envía esa sensación porque desea acercarlo a Él. Cuando el Creador no desea a alguien cerca de Él, le da satisfacciones en la vida, con su familia y en el trabajo. De hecho, sólo es posible evolucionar a través de una perpetua sensación de insatisfacción.

El conocimiento cabalista no es válido antes de que pase por nuestro corazón y nuestras emociones. Podemos estudiar cualquier ciencia en el mundo sin transformar nuestros atributos; no hay una sola ciencia que exija a los científicos que cambien su visión y se corrijan. El motivo es que todas las ciencias giran alrededor de la acumulación de conocimientos sobre el aspecto exterior de nuestro mundo, aún cuando la ciencia comienza a averiguar la dependencia que existe entre los resultados de un experimento y los atributos del científico que lo realizó. En el futuro, los científicos descubrirán que cualquier conocimiento real puede lograrse sólo si el investigador iguala sus propios atributos con los del sujeto de estudio.

A todos se nos brindan muchas oportunidades para iniciar nuestro progreso en la dirección correcta. Es importante identificarlas y no perder ninguna de ellas que son otorgadas a nosotros por el Creador. Debemos luchar por Él únicamente e intentar ver Su guía en todo lo que nos ocurre, en cada pensamiento que llega a nuestra mente.

Los grandes cabalistas escribieron cómo se avanza hacia el mundo espiritual. El Creador nos otorga muchísimo más de lo necesario para progresar; debemos agradecerle a Él y a los cabalistas por habernos dado todo esto.

Los maestros que nos han transmitido el deseo de llegar al Creador y el propósito de Su Guía se encontraban en un grado espiritual tan elevado, que está más allá de nuestra imaginación, aún antes de alcanzar el primero y más bajo de los grados espirituales.

Los grandes cabalistas encontraron las palabras adecuadas para describir las acciones del Creador en beneficio nuestro; ellos vistieron Su luz y Sus acciones en palabras y frases. Los cabalistas escribieron en un nivel tal que nos hiciera posible comprender al inicio de nuestro viaje, de manera que más adelante, mediante el trabajo esforzado y la profundización de los textos, podamos sentir Su Luz directa y completamente.

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