Siempre digo que con el fin de tener éxito en el estudio de la Cabalá, tenemos que diseminar. Sin embargo, siento que la “diseminación” no es una palabra adecuada porque me hace ver como un vendedor o un agente de seguros que está endosando sus pólizas a todo mundo.
Cuando hablamos de diseminar la Cabalá podría sonar como si intentáramos imponernos a los demás.
Hoy en día, la palabra “diseminación” se asocia con el comercio y la diseminación de bienes. Por lo tanto, cuando hablamos de la diseminación de la Cabalá, quienes no están familiarizados con el término piensan que involucra el comercio o los negocios, que estamos vendiendo para obtener una ganancia. En otras palabras, esta palabra es muy delicada.
Pero en realidad nuestra vida entera se compone de diseminación, porque el verdadero significado de esta palabra es acercarse al Creador, esparcir, expander, revelar y alcanzar. Toda la creación empieza con la diseminación. Es decir, que empieza como un solo punto en donde de pronto, de la nada, nace algo que existe: Yesh Mi Ain (algo de la nada) y después procede a diseminarse a través de cuatro fases de Luz Directa, produciendo todos los mundos bajando hasta el nuestro.
El último grado espiritual brota en nuestro mundo con una pequeña y única carga espiritual. Toda la materia en nuestro mundo, todo el universo, nace de esa única chispa en un proceso llamado el Big Bang, para después seguir diseminándose. Se desarrolla de esta manera hasta que forma nuestro sistema solar, nuestro globo terráqueo y todo lo que existe allí.
Todo eso pertenece a la diseminación del Creador en los seres creados para llevar a la creación a la equivalencia con Él. Esto sucede bajo la influencia de la Luz, Su atributo de otorgamiento. Verdaderamente, cualquier nacimiento o desarrollo constituye una diseminación. En otras palabras, el verdadero atributo interno de la diseminación es una asociación con el Creador. Significa ayudar al Creador, entregar y revelar Su idea al mundo actuando junto a Él.
Hoy en día, la palabra “diseminación” se asocia con el comercio y la diseminación de bienes. Por lo tanto, cuando hablamos de la diseminación de la Cabalá, quienes no están familiarizados con el término piensan que involucra el comercio o los negocios, que estamos vendiendo para obtener una ganancia. En otras palabras, esta palabra es muy delicada.
Pero en realidad nuestra vida entera se compone de diseminación, porque el verdadero significado de esta palabra es acercarse al Creador, esparcir, expander, revelar y alcanzar. Toda la creación empieza con la diseminación. Es decir, que empieza como un solo punto en donde de pronto, de la nada, nace algo que existe: Yesh Mi Ain (algo de la nada) y después procede a diseminarse a través de cuatro fases de Luz Directa, produciendo todos los mundos bajando hasta el nuestro.
El último grado espiritual brota en nuestro mundo con una pequeña y única carga espiritual. Toda la materia en nuestro mundo, todo el universo, nace de esa única chispa en un proceso llamado el Big Bang, para después seguir diseminándose. Se desarrolla de esta manera hasta que forma nuestro sistema solar, nuestro globo terráqueo y todo lo que existe allí.
Todo eso pertenece a la diseminación del Creador en los seres creados para llevar a la creación a la equivalencia con Él. Esto sucede bajo la influencia de la Luz, Su atributo de otorgamiento. Verdaderamente, cualquier nacimiento o desarrollo constituye una diseminación. En otras palabras, el verdadero atributo interno de la diseminación es una asociación con el Creador. Significa ayudar al Creador, entregar y revelar Su idea al mundo actuando junto a Él.
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